Acaba de publicarse en USA un formidable estudio científico, con datos de cuatro millones de personas, que demuestra que hombres y mujeres somos esencialmente iguales, tanto en nuestra capacidad intelectual como en las emociones y los sentimientos. Uno de los poquísimos aspectos en donde se manifiestan ciertas diferencias es la violencia: nosotras tendemos más a la verbal y los hombres a la física. En un puerto de mar vi hace ya algunos años una elocuente escena. Un niño y una niña muy pequeños, de no más de dos años, se acercaron a jugar con unas gaviotas. La nena intentó darles de comer una patata frita que llevaba en la mano. El niño agarró un palo y, tambaleándose sobre sus torpes piernas, hizo lo posible por atizarles un golpe. ROSA MONTERO - EL PAÍS - 25-10-2005



LEYENDA CHINA

En aquel tiempo, dice una antigua leyenda china, un discípulo preguntó al Maestro:
¿Cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?. El Maestro le respondió: es muy pequeña, sin embargo tiene grandes consecuencias.
Ven, te mostraré el infierno. Entraron en una habitación donde un grupo de personas estaba sentado alrededor de un gran recipiente con arroz, todos estaban hambrientos y desesperados, cada uno tenía una cuchara tomada fijamente desde su extremo, que llegaba hasta la olla. Pero cada cuchara tenía un mango tan largo que no podían llevársela a la boca. La
desesperación y el sufrimiento eran terribles.
Ven, dijo el Maestro después de un rato, ahora te mostraré el cielo.
Entraron en otra habitación, idéntica a la primera; con la olla de arroz, el grupo de gente, las mismas cucharas largas pero, allí, todos estaban felices y alimentados.
No comprendo dijo el discípulo ¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra habitación si todo es lo mismo?
El Maestro sonrió. Ah... ¿no te has dado cuenta? Como las cucharas tienen los mangos largos, no permitiéndoles llevar la comida a su propia boca, aquí han aprendido a alimentarse unos a otros.




Nuestros hijos no son nuestros hijos,
son los hijos y las hijas de los anhelos que la vida tiene
de si misma.
Son los hijos de nuestro amor de padres.

Viven a través de nosotros,
pero no de nosotros
y aunque vivan con nosotros,
no nos pertenecen.

Pertenecen a la vida... al futuro...
y tienen derecho a formar su futuro y decidir su vida.

Podemos darles nuestro amor,
pero no nuestros pensamientos,
porque ellos deben tener sus propios pensamientos.

Podemos dar abrigo a su cuerpo,
pero no a sus almas,
porque sus almas habitan en la mansión del mañana,
que ni aun en sueños nos es permitido visitar.

Pero podemos señalarles el camino y enseñarles a
caminar.

Podemos esforzarnos en ser como ellos,
pero no intentemos hacerlos como nosotros,
porque la vida no marcha hacia atrás,
ni se detiene en el ayer.

Pero podemos mostrarles un buen ejemplo de vida.

Kalil Gibran



Nos acostumbramos a vivir en apartamentos y a no tener otra vista que no sean las ventanas de alrededor... Y porque no tiene vista, luego nos acostumbramos a no mirar para afuera...Y porque no miramos para afuera luego nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas... Y porque no abrimos del todo las cortinas luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz... Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud. Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde. A tomar café corriendo porque estamos atrasados, a comer un sándwich porque no da tiempo para comer a gusto. A salir del trabajo porque ya es la tarde. A cenar rápido y dormir pesados sin haber vivido el día. Nos acostumbramos a esperar el día entero y oír en el teléfono: hoy no puedo ir . A sonreír a las personas sin recibir una sonrisa de vuelta. A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos. Si el cine está lleno, nos sentamos en la primera fila y torcemos un poco el cuello. Si la playa está contaminada, sólo mojamos los pies y sudamos el resto del día. Si el trabajo está duro, nos consolamos pensando en el fin de semana. Y si el fin de semana no hay mucho que hacer vamos a dormir temprano y quedamos satisfechos. Nos acostumbramos a ahorrar vida que, poco a poco, igual se gasta y, que una vez gastada, por estar acostumbrados, nos perdimos de vivir. Alguien dijo... "LA MUERTE ESTÁ TAN SEGURA DE SU VICTORIA, QUE NOS DA TODA UNA VIDA DE VENTAJA"...


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