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El aburrimiento es un estado de ánimo pasivo; hunde a quien lo sufre en la inactividad y prácticamente en la insensibilidad y la inconsciencia. Salvo porque respira, el aburrido podría estar muerto. Al aburrido no le interesa nada; nada lo mueve, ni para bien ni para mal. El que hace algo atroz y se justifica alegando que quería romper el aburrimiento, no estaba aburrido, ¿estaría enfadado? Le han llamado melancolía; le llaman depresión. Melancolía, depresión, tedio, hastío. Fatiga; agotamiento. Diría que el aburrido querría desear, pero no lo logra. O quizá quiere hacer algo e incluso sabe qué: pero no puede hacerlo. No acumula suficiente energía para poner en marcha su voluntad.”


El Petit Chef







"Quien no es capaz de desprenderse de un tesoro en un momento de necesidad, es como un esclavo encadenado"
"Como es tu costumbre, mi señor, solo piensas en Gondor. Sin embargo, hay otros hombres, y otras vidas y tiempos por venir. Y yo por mi parte, compadezco incluso a los esclavos del enemigo"
"Aún las arañas más hábiles pueden dejar un hilo flojo"
"Aquél que quiebra algo para saber qué es, ha abandonado el camino de la sabiduría"
"-¿Dónde estamos, en el país de las leyendas o en una tierra verde a la luz del sol? -Un hombre puede estar en ambos sitios, pues no nosotros sino otras gentes que vendrán más tarde contarán las leyendas de este tiempo.¿La tierra verde, dices? ¡Buen asunto para una leyenda aunque te pasees por ella a la luz del día!"
"A mucha gente le gusta saber de antemano qué se va a servir en la mesa; pero los que han preparado el festín prefieren mantener el secreto; pues la sorpresa hace más sonoras las palabras de elogio"
"Traición, una traición, es lo que temo: una traición de esa criatura miserable. Pero así tenía que ser. Recordemos que un traidor puede traicionarse a sí mismo y hacer involuntariamente un bien. Ocurre a veces"
"El Rey regresará. ¡Nada temas! No es en el oeste sino en el este donde nos espera nuestro destino"
"Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos"
J.R.R. Tolkien - El Señor de los Anillos



Leer por leer...


“Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie”, de Juan Eslava Galán





"EL FUMADOR PASIVO", DE DANIEL GASCÓN




La niebla y la doncella - Lorenzo Silva




Hace poco leí un estudio en el que se calculaba el coste de criar a un niño desde su nacimiento hasta sus 18 años, y el resultado eran 132.435 Euros (algo más de 22 millones de las antiguas pesetas) para una familia de clase media. A los que tenemos hijos, esta cifra nos puede hacer fantasear sobre el patrimonio que podríamos haber acumulado si no fuera por ellos. En quienes no los tienen es posible que refuerce su decisión de no tenerlos. Pero ¿alguien se ha percatado de que 132.435 Euros se convierten en 7.357 Euros por año, 613 Euros por mes, 153 Euros por semana, 21’8 Euros por día y menos de un Euro por hora? ¿ Y qué obtienes a cambio de tus 132.435 Euros?.

Besos de mariposa y abrazos de oso.
Una mano que coger, aunque normalmente está cubierta de mermelada.
Una excusa para reírse de uno mismo, sin importar lo que diga el jefe o si, ese día, la bolsa ha ido mal.
Ese momento mágico cuando, al final, entienden la multiplicación, consiguen atarse los cordones o aprenden a montar en bicicleta sin ruedines.
Licencia para hacer el tonto y no tener que crecer.
Permiso para pintar con los dedos, esculpir plastelina, esconderse debajo de la cama, capturar gusanos y creer en milagros.
Una oportunidad para volver a leer las aventuras de Meter Pan, ver dibujos animados los sábados por la mañana y cantar canciones de Mary Poppins.
Puedes pegar arco iris, corazones y flores debajo de los imanes del frigorífico y escribir encima un “te quiero”.
Recibir impresiones de sus manos en arcilla para el Día de la Madre, y marcos de foto con pinzas de madera para el Día del Padre.
Convertirte en superhéroe sólo por recuperar un gatito del techo del garaje, sacar una astilla del dedo gordo del pie, llenar a pulmón la piscina hinchable, o entrenar al equipo de fútbol que nunca gana pero que siempre logra, como premio, un helado.
Consigues asiento VIP para ser testigo de su primer paso, su primera palabra, su primer diente, su primera oración, su primera vez en un tío vivo y su primera cita.
Obtienes una licenciatura, algunas veces con honores, en: Psicología, Nutrición, Justicia, Comunicaciones y Sexualidad humana, que ninguna universidad del mundo puede igualar.
El titulo de todopoderoso, casi parecido al de Dios, con poder para el llanto, espantar los monstruos que están debajo de la cama y remendar un corazón roto.
Ser padre es, en fin, tener licencia para amarles sin límites, de forma tal que un día tu hijo ame, como tú, sin tener en cuenta lo que cuesta.

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Aragón También Existe
Arturo Pérez Reverte


A pesar de la manipulación histórica de tantos timadores y mangantes. Que sí, hombre, que ya era hora. Que en toda esta lista de "los más vendidos", en este concurso inaudito de ignorancia, manipulación y mala fe a la hora de reinventar la Historia, uno está hasta la línea de flotación de oír siempre a los mismos, como si el resto hubiera oficiado de comparsas en la murga.

Y hete aquí por fin que alguien reacciona como es debido, y dice venga ya, y decide que ya es hora de poner en su sitio a unos cuantos timadores y mangantes, de esos que les pagan pesebres a sus historiadores de plantilla para que descosan y vuelvan a coser la historia a medida, y luego la meten en los libros de texto y se montan unas películas que ya las hubiera querido Samuel Bronston.

Eso mientras los que saben se callan, porque son unos mierdecillas, unos "vendidos", o por el qué dirán, o porque les interesa. Y de ese modo terminamos viviendo en una España virtual, que no la conoce ni la madre que la parió.

Así que olé los huevos de Aragón, o de quien decidiera montar la exposición: Aragón, reino y corona, que no sé si andará por alguna parte ahora, pero que durante el mes de mayo estuvo abierta en Madrid.

En toda esa mentecatez de la que hablaba antes -ahora resulta que existió un imperio catalán que hasta hace cuatro días pasó inexplicablemente inadvertido a los historiadores, o que los irreductibles vascos nunca se mezclaron en las empresas militares ni comerciales españolas- Aragón había estado mucho tiempo callado, pese a tener muchas cosas que decir, o que matizar, desde aquel lejano siglo onceno en que Ramiro I, contemporáneo del Cid, sentaba las bases de un reino que abarcaría Aragón, Valencia, las Mallorcas, Barcelona, Sicilia, Cerdeña, Nápoles, Atenas, Neopatria, el Rosellón y la Cerdaña, y terminó formando la actual España en 1469, gracias al enlace entre su rey Fernando II de Aragón e Isabel, reina de Castilla.

Ése es el hecho cierto, y no lo cambian ni el mucho morro ni el reescribir la Historia; incluido el manejo exclusivista y fraudulento de las famosas barras que eran Senyal real no de un reino o territorio, sino de una familia o casa reinante que, como matizó Pedro IV en el siglo XIV, tiene Aragón como título y nombre principal. Casa reinante que absorbió a la casa de Barcelona, extinguida en 1150 por mutua conveniencia y deseo del titular de esta última, el conde Ramón Berenguer; que al casarse con Petronila, hija de Ramiro el Monje, rey de Aragón, adquirió como propio un linaje superior, pero renunciando al suyo, no titulándose más que princeps junto a su esposa regina; de modo que el hijo de ambos, ya con Barcelona incorporada a la corona, se tituló rex de Aragón, y nunca de Cataluña.

Por suerte no todos los archivos han caído en manos de quien yo me sé -tiemblo al pensar qué será de ellos-, y aún quedan documentos donde comprobar lo evidente. Que por cierto, en cuanto a la propiedad histórica de las famosas barras, no está de más recordar que en 1285 la crónica de Bernard Deslot precisaba aquello de: «No pienso que galera o bajel o barco alguno intente navegar por el mar sin salvoconducto del rey de Aragon, sino que tampoco creo que pez alguno pueda surcar las aguas marinas si no lleva en su cola un escudo con la enseña del rey de Aragón».

Así que cómo me alegro, oigan, de que aquel digno y viejo Aragón olvidado, marginado, asfixiado por la perra política de este perro país, aún sea capaz de decir aquí estoy, desmintiendo a tanto oportunista y a tanto manipulador y a tanto mercachifle.

Recordando que existió una corona aragonesa que constituyó el imperio más extenso del Occidente medieval, donde, bajo su nombre y sus barras, Aragón, Cataluña y Valencia compartieron aventuras, comercio, guerras e historia, enriquecieron sangres y lenguas con el latín, el catalán y el castellano, cartografiaron el mundo, construyeron naves, pasearon mercenarios almogávares y dominaron territorios que luego aportaron a lo que ahora llamamos España, con la manifestación de los fueros y libertades propios en aquella fórmula tremenda, maravillosa y solemne: el «si non, non» heredado de los antiguos godos, mediante el cual los nobles aragoneses -«que somos tanto como vos, y juntos más que vos»-, acataban la autoridad del rey de tú a tú, reconociéndolo sólo como «el principal entre los iguales».

Por eso son buenas estas iniciativas y estas exposiciones y estas cosas. Son muy buenas, incluso higiénicas; y me sorprende que, como antídoto contra la manipulación y la desmemoria que están convirtiendo este lugar llamado España en una piltrafa y en una casa de putas insolidaria y estulta, no se les dediquen más esfuerzos, ocasiones y dinero.

Por ejemplo, el que se ha utilizado en la imprescidible urgencia de sustituir La Coruña por A Coruña en los rótulos de las carreteras y auto-vías de toda España. Incluida, supongo, la N-340 a la altura de Chiclana.

Arturo Pérez Reverte

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