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La España negra
Miércoles, 15 junio 2011

Viñeta publicada por 'El Jueves' en su edición del 8 de junio.
“Cuando se escuchaba que Ortega Cano era homosexual, ¿A ti qué te parecía?”, preguntó el periodista de Antena 3 al que fue apoderado del torero. “Se ha tirado a muchas, ha sido machote 100%”, respondió el tratante de matadores. Mientras tenía lugar tan interesante conversación, muy rentable para ambas partes, Ortega Cano, que sufrió un grave accidente de tráfico, permanecía en la UCI de un hospital de Sevilla en estado grave, sedoanalgesiado y dependiente de ventilación mecánica.
Ortega Cano agoniza. Ortega Cano lucha por sobrevivir. Ortega Cano se debate entre la vida y la muerte. Ortega Cano puede perder una pierna, gangrenada en el tobillo. Ortega Cano conducía bebido. La vida del diestro pende de un hilo. El párroco le ha dado la extremaunción. Los titulares de portada de diferentes informativos de televisión, webs y periódicos no demuestran demasiado talento, pero sí unas enormes ganas de rentabilizar el drama. Sensacionalismo. En el ciudadano José Ortega Cano se resume todo el tremebundismo populachero de esa España roñosa que se niega a desaparecer. Torero, viudo de folklórica, habitual de la prensa del corazón, Ortega Cano tiene el perfil perfecto para despertar el interés de un público heredero de aquel Gutiérrez-Solana que, para distraerse de la soledad, imaginaba los detalles de su propia muerte: la lengua seca como el papel, las moscas posándose en las grietas de los ojos, el ataúd estrecho, la mandíbula desarticulada, las mujeres llorando…
Los obituarios están listos, nada nuevo en el mundo del periodismo. Lo sorprendente es que la hipocresía macabra se haya instalado definitivamente en la profesión. Las televisiones aseguran que Ortega Cano triplicaba la tasa de alcoholemia cuando sufrió el accidente, que superaba la velocidad permitida, que la mala marcha de sus negocios le tenía sumido en una depresión. Entrevistan a Juan Manuel Lebrero Morillo, el bombero que extrajo al torero de “un gran amasijo de hierro en el que se encontraban pilladas sus piernas”. Telecinco (y su propia familia) ocultan a Rosa Benito, concuñada de Ortega Cano y concursante del programa Supervivientes, el accidente: si decidiese abandonar Honduras y regresar a España podría perder los 800.000 euros que ya ha ganado, e incluso tendría que pagar una fuerte indemnización.
El vicio, como dijo Butler, rinde homenaje a la virtud. Las mismas personas y televisiones que se enriquecen con el dolor ajeno, ponen el grito en el cielo por la descarnada portada de El Jueves: El pecho de Ortega Cano atravesado por un volante mientras, a su lado, un toro sangrante dice “¿Qué? ¿A qué jode?”.
Ya sabemos que la hipocresía no tiene límites, pero ¿y el humor? ¿Es necesario reglamentar la caricatura, el esperpento o el disparate? En este mundo de miserables necrófagos audiovisuales, el chiste de El Jueves resulta de una candidez y una mojigatería enternecedoras.

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"Los mejores científicos rara vez son religiosos"Edward O. Wilson, biólogo y padre de la sociobiología. El investigador busca en hombres e insectos los fundamentos del comportamiento social


¿Es posible ser parte de un grupo religioso y aceptar las teorías de Darwin?
Sí. Puedes ser un muy buen científico y no creer en la evolución. Pero apenas ocurre. En 1990 se supo que entre los biólogos de la Academia Nacional de Ciencias, la élite de los mejores científicos de EEUU, sólo el 3% creía en Dios o en la vida después de la muerte. En otras palabras, los mejores científicos rara vez son religiosos.

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The secret world of the child bride: Heartbreaking pictures of the girls as young as FIVE who are married off to middle-aged men

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¿Qué es España?



España es 500 años de esfuerzo. Y de sangre; como todos los países importantes, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, China, Japón, Rusia, Argentina, Brasil…

España es un lugar en el que aún se hacen chistes sobre la próstata y que el que los hace deja de hacerlos cuando le dicen que su padre o marido tiene cáncer de próstata.

Un país en el que no se puede ser neutral.

Un país en discordia permanente.

Un país de tópicos y supersticiones.

En el que hay 60.000 brujos y adivinos, más que médicos.

Una dictadura en potencia.

País de ciudadanos apolíticos, o sea, un país de derechas.

Un país sin revolución industrial ni tecnológica.

País que cree que el euro es una concesión que le hemos hecho a Europa.

Un país de meapilas.

Un país de ateos juguetones.

De maricas serios, en el sentido cernudiano de la palabra. Y de maricas no serios.

Un país en el que Paquito, el chocolatero sigue siendo lo que más factura.

País de machos. Y de hembras atemperadas.

País de chismes, país de cotillas.

País de sentirnos víctimas.

País justiciero, añorante de garrotes.

Un país en que seguramente la mayoría de españoles desearía que los presos de ETA no saliesen en libertad tras cumplir sus condenas y desearía que permaneciesen encarcelados otros 30 años.

País a favor de la cadena perpetua para un gran número de delitos, incluso los cometidos por menores de edad.

Un país en el que se piensa que es dudoso que España sea una democracia.

Un país en el que todos tenemos razón.

Un país que se va calentando.

País de solidaridades impuestas.

País de perjuros.

Un país en el que más o menos secretamente abominamos del inmigrante (pese a que descendemos de celtas, iberos, fenicios, romanos, visigodos, árabes, judíos e indianos).

País de 50.000 iglesias, a bastante más que a una por ayuntamiento.

País de aspirantes a funcionarios

O eres de ciencia o eres de letras. O no eres de nada.

Un país en el que queremos que nuestros hijos nos rediman. No sabemos de qué y aunque sean unos mastuerzos.

Un país en el que seguimos creyendo que ser maestro es menos que ser director de cine o futbolista.

País que sigue dando valor a los refranes sociológica y culturalmente superados, y los utilizamos como argumentos.

País de padres de la novia.

País de exigir responsabilidades y dimisiones, nunca las nuestras.

De desacreditados jueces.

Habitantes de un tablero de ajedrez de autonomías en constante jaque de dos alfiles independentistas.

País de glorias pasadas.

Un país en el que las mujeres llevan el bolso en bandolera, como si fuera un hígado de repuesto.

Uno de los países más felices del mundo. País de prejubilados.

País de oscuros deseos sexuales. País de amores ocultos e imaginados.

País en el que todos los políticos tienen sarna.

País de jóvenes ininteligibles.

País de adultos satisfechos.

País de viejos jugando al tute.

Un país en que nuestras adolescentes cantan enloquecidas letras extranjeras que no saben qué dicen.

España es 17 unas. Así de sencillo. Y de complicado.

España, país que lentamente ha ido asumiendo la prisa.

España, un gigantesco y permanente reality show.

España.

Lector apopotato: “¿Por qué puñeta querremos en el fondo a este País tan confuso?”

Lector Feuerbach: ”Un país de zoquetes enchufados”.

Lector leopolgus: “Pero al menos hace solecito”.

Lector Guardilla: España, es mi casa
Es mi familia
es mi barrio
es mi pueblo
son mis amigos
m i equipo de futbol
mi trabajo
mi empresa
mi medico
mi profesor.

Lector Todmir: España es un anacronismo.

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